lunes por la mañana

me quedé sin agua y me fui para el chino. feriado, 9 am, baja probabilidad de que esté abierto.

Cerrado.

Iba a ir al laverap a buscar unas sábanas y unos calzones que habían sido lo suficientemente escurridizos para ir en la primera tanda… pero dije… vamos a dar una vuelta al parque las heras… total hacía un día hermoso.

Era feriado.

Las vueltas fueron 4. No había tanta gente. Si varios grupos 20largos y sub40 haciendo gimnasia con un profe que les ponía música con un parlante bluetooth.

Yo miraba de reojo. ¿Caeré alguna vez en uno de esos telares del bienestar?

Seguí caminando.

Varias runners. En un momento me preocupé porque las veía dos veces por vuelta y me decía, que lento voy… para la tercera vuelta me avivé q es lógico, iría muy lento si las viera 3 o más veces o bien haría muchas vueltas y cada tantas vueltas habrían 3 encuentros. Es fácil dedo arriba dedo abajo y trazamos un circulo con cada dedito en sentido opuesto y si van a la misma velocidad se encuentran exactamente dos veces. Si uno va más rápido (o el otro más lento) se van a ir encontrando en distintos puntos hasta que llega un momento que eso pasa más de una vez en la vuelta del más lento.

Para las que me pasaron como un poste no encuentro nada en la geometría que disimule mi vergüenza.

Tardó pero la cuarta vuelta llegó y se completó exitosamente.

Volví, fui al laverap y ahí estaban mis cosas, salvo una media que se había enredado dentro del elástico del cubrecama y que todavía faltaba cercarla un poco.

Me pregunto cómo será trotar.

Maras Moray

Maras Moray

Son las 11 de la mañana y llegamos a Maras Moray, a una hora de auto de Cusco. Desde el mirador pareciera que estamos ante un anfiteatro o una pista de aterrizaje de platos voladores. A medida que descendemos, el frío y seco clima andino va templándose y volviéndose un poco más húmedo, como si estuviéramos en la costa. El abrigo nos molesta. Cuando llegamos a la parte inferior, luego de una bajada de 15 minutos, el calor del Sol es sofocante y la humedad se respira. Parece la selva. El guía nota nuestro fastidio con el calor y sonríe. Con el abrigo en mi mano izquierda y señalando al Sol con mi mano derecha, mi agudeza porteña aventura “Se nota que nos acercamos al mediodía”. El guía vuelve a sonreir y nos invita a subir. Luego de 25 minutos de ascenso llegamos nuevamente al mirador. El guía nos cuenta que esa diferencia térmica era utilizada por el pueblo del Tahuantisuyo como vivero para adaptar sus cultivos a distintas condiciones climáticas. La papa, el maíz y frutas de la selva eran traídas de sus lugares de origen y domesticadas para las distintas regiones. El frío y seco clima andino ha vuelto. El sol, en su zenith, brilla como nunca.

a Roosevelt

Con cuestionables buen gusto hoy unos tipos quieren vender una camioneta usando un poema recitado por una voz grave.

La publicidad muestra la camioneta en situaciones en las se luce, mientras el recitado con una linda base de cuerdas busca conmover y despertar cierto fervor en el observador.

Por alguna extraña razón el poema suena medio entrecortado, como que le falta coherencia.

Esto es porque es un recorte berreta de un poema de Rubén Darío llamado A Roosevelt. El poema es del año 1904 y está dedicado a Teodoro Roosevelt como representante de una dirigencia norteamericana que se manejaba como si Nuestra América fuera su patio trasero. Es una potente arenga y premonitoria de lo que se vendría durante el siglo XX. Existe un recitado de Jorge Cafrune que creo yo que captura el «humor» del poema.

Es medio triste ver un potente poema con compromiso político devenido en una arenga para gente que se cree que por manejar por dos o tres barriales está domando caballos o asesinando tigres, pero creo que la publicidad maneja esa lógico. Yo les dejo el puema para que lo lean completo y después me cuentan.

Ruben Darío: A Roosevelt

¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman,
que habría que llegar hasta ti, Cazador!
Primitivo y moderno, sencillo y complicado,
con un algo de Washington y cuatro de Nemrod.
Eres los Estados Unidos,
eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena,
que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.

Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza;
eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoy.
Y domando caballos, o asesinando tigres,
eres un Alejandro-Nabucodonosor.
(Eres un profesor de energía,
como dicen los locos de hoy.)
Crees que la vida es incendio,
que el progreso es erupción;
en donde pones la bala
el porvenir pones.
No.

Los Estados Unidos son potentes y grandes.
Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor
que pasa por las vértebras enormes de los Andes.
Si clamáis, se oye como el rugir del león.
Ya Hugo a Grant le dijo: «Las estrellas son vuestras».
(Apenas brilla, alzándose, el argentino sol
y la estrella chilena se levanta…) Sois ricos.
Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón;
y alumbrando el camino de la fácil conquista,
la Libertad levanta su antorcha en Nueva York.

Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida,
cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del gran Moctezuma, del Inca,
la América fragante de Cristóbal Colón,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
«Yo no estoy en un lecho de rosas»; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.

Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!

Gracias!

No se puede decir mucho más de lo que se ha dicho.

Sigo consternado por la ida de este gran hombre que dio su vida por lo que creía y por sostener el sueño con su compañera.

Otra historia de amor tan grande, no hay.

Y en lo personal, mi hermano escribe (y describe) mejor que yo. Sólo una sensación. Cuando estuve frente al cajón no pude dejar de pensar en lo cruel y débil que es una nuestra condición, semejante potencia, semejante espíritu de lucha, semejante peleador encerrado, ahí en ese cajón. Entendí por un segundo eso del no somos nada.

Gracias, Néstor. Fuerza, Cristina. Tenemos que seguir.

http://www.guardian.co.uk/commentisfree/cifamerica/2010/oct/27/nestor-kirchner-argentina-imf

By the way, che gorila che gorila, te lo digo de verdad, si la tocan a Cristina, que quilombo se va a armar.

carmina burana

oh fortuna emperatriz del universo que me has traido a este auditorio del hosp de la uniVerso australes. Espero aquí el comienzo escuhando a los músicos juagndo con los instrumentos. Nessun dorma!! Carmina se refiere a cantos. Burana es el gentilicio. Parece que son unos cantos que hablan de la suerte, de lo efímero de la ventura y de cómo hay que aprovechar el vino y los besos de hoy porque tal vez la rueda de la suerte doppo nos hunda en la tristeza. La letra está escrita en una suerte de latin mezclado con lengua camoechana. Carl Orff le dio forma y es a pieza que conocemos hoy.

Tendencias Pigmaliónicas

Cuenta la leyenda que Pigmalión fue un rey y sacerdote además de gran escultor.

El tipo en alguna época anduvo buscando una esposa. Busco y buscó, pero ninguna era tan bella como su idea de mujer perfecta. Cansado de dar vueltas, decidió que no se casaría y se dedicó a tallar las más hermosas estatuas.

Hasta que un día esculpió en marfil una joven que le parecía sencillamente perfecta. Se enamoró entonces de esta estatua a la que llamó Galatea.

La diosa Afrodita lo hizo soñar que esta cobraba vida, conmovida de la tristeza de Pigmalión al darse cuenta que fue solo un sueño, Afrodita le dio vida a la estatua, otros dicen que estaba tan enamorado que le rezó a la Diosa para que cobre vida. Como sea la Diosa se apiadó y le hizo el milagro. Pigmalión se casó con Galatea y todo anduvo bien, comieron perdices, etc.

Hay veces cuando se programa a uno le pasa algo parecido a lo de pigmalión, a eso de enamorarse de la obra. Y cuando la obra empieza a no ser armónica uno trata de torcer las cosas y la idea de armonía para que la obra siga siendo la mejor. Desde ya que Afrodita no aparece y hay veces nos comemos hasta algún golpe con «casarnos» con nuestra pequeña obra.

En esos momentos conviene apartarse un poco y empezar a mirar las cosas por otro lado.

Bueno, eso es lo que me están haciendo ver en una materia que se llama Paradigmas en la facu. Apartarnos un poco y empezar a ver nuestras obras desde otro punto de vista totalmente distinto.

Lo que sé por Christopher Walken

Esquire es una revista de cultura norteamericana. Radar es el suplemento de cultura de página/12. Lo que sé es una página de la primera revista en la que se invita a distintas personalidades a decir lo que saben.

El domingo salió en el radar el siguiente texto de Esquire que quiero compartir.

Lo que sé

Por Christopher Walken

La mañana es el mejor momento para ver películas. En una ocasión, hace muchos años, yo me estaba yendo de un lugar; había estado conversando y, justo cuando salía por la puerta, un tipo me dijo: “Chris”. Me detuve, me di vuelta, y me dijo: “Tené cuidado”. Y nunca lo olvidé. Y me vuelve a la cabeza a menudo: Tené cuidado. Ese fue un buen consejo.

Se supone que el signo de interrogación proviene de un jeroglífico egipcio que significaba “un gato yéndose”. Y se sabe, el signo es la cola. Y significaba, bueno, lo que sea que signifique cuando te están ignorando.

Cuando era chico, había alguien en mi familia, un adulto, que cada vez que me veía, me decía: “Sos un sinvergüenza”. Desde chico fue siempre: “Je, je; sos un sinvergüenza.” Y siempre me pregunté: ¿qué significa eso? Pero con los años se me ocurrió que era una forma de instrucción. Las cosas que uno le dice a un chico se le pegan. Y creo que sí, soy un sinvergüenza. Pero tal vez lo sea por aquella persona que me lo dijo hace muchos años.

Mi padre era una lección. Tenía su propia panadería, y aunque cerraba un día a la semana, de todas maneras él iba ese día. Lo hacía porque realmente amaba su panadería. No era un trabajo.

Me encantaban los bollos glaseados a la danesa. Y mi padre hacía un pastel de crema Boston. Son cosas que ya no se ven. Muy bueno.

La mayoría de los papeles que obtengo son básicamente de gente muy desagradable. Siempre hay algo que anda mal con el personaje, y a veces terriblemente mal. Estoy cansado de eso. Le digo a mi agente que quiero un personaje tipo Fred MacMurray. Quiero un personaje que tenga esposa e hijos, y un perro y una casa, y que mis hijos me digan: “¿Qué te parece que debo hacer, papá?”; y yo les diga: “Tengan cuidado.”

Siempre pensé que si iba a interpretar a tipos así, debe haber una relación con el público que es muy clara. “Ese es Chris, y miren a Chris pasándola bien, queriendo apoderarse del mundo y hundir California y matar a tiros a todos en esa habitación”; siempre y cuando entendieran que ese es Chris divirtiéndose en el set. Y que el verdadero Chris no haría nada de eso.

Golf. Por Dios, es una actividad misteriosa. Conozco gente, buenos amigos, que están absolutamente obsesionados, practicando su swing y hablando del tema. Puedo entender un deporte en el que tu cuerpo obtiene un beneficio, como correr maratones o andar en bicicleta. Pero el golf no es eso. Y no sólo eso: está el tema de estar parado al sol. Por Dios, es como una tortura.

Me encantan los tallarines. Y me gusta cocinar tallarines. Solía comer tallarines todos los días. Pesaba quince kilos más que ahora. El helado… me encanta ver televisión y comer helado. Pero eso es como ser un nene de diez años. Ya no puedo hacer eso. Cerveza. Cerveza, tallarines, helado.

Los bailarines profesionales no van a bailar.

Cuando estás sobre el escenario y sabés que te está yendo muy mal, es una situación muy, muy aterradora. Porque sabés que tenés que seguir adelante: estás fracasando, pero no podés parar. Y sabés que dentro de media hora todavía te va a estar yendo muy mal. Hay que tener la piel gruesa.

Yo tenía un agente que cuando recién empezaba en el cine me dijo: “Vas a estar en Los Angeles una vez cada tanto. Si alguien te invita a una fiesta, no vayas. Quedate en tu habitación, andá al cine”. Y creo que sé a qué se refería: No muestres tu cara demasiado. Dejá que se pongan un poco contentos de verte.

Todo ocurrió cuando hice El francotirador. De pronto… Yo ha había estado en el mundo del espectáculo por unos treinta años, y no había pasado demasiado. Quiero decir, estaba trabajando en la oscuridad, y de pronto esta película. Fue infeccioso, de cierta forma, y realmente me volví bastante social. Gregario. Y eso duró, no sé, diez años.

Los guiones de cine son bastante laxos: las cosas normalmente cambian mucho. Pero no con Quentin. Sus guiones son enormes. Todo diálogo. Todo está escrito. Uno solamente se aprende los diálogos. Es más como una obra de teatro.

A veces miro este reloj y pienso: ¿Hay un tipo que pone todos estos pequeños tornillos ahí dentro? Hay algo ahí. No me interesan mucho los autos, tampoco, pero un auto realmente magnífico tiene lo suyo.

Fue divertidísimo cuando Dennis [Hopper] y yo hicimos esa escena en Escape salvaje (True Romance). En serio, incluso dispararle. Todas las risas son verdaderas. Fue un día demencial.

Me gusta escuchar entrevistas radiales. Tengo una lista de cosas que haría si no fuera tan vago, pero la idea de tener un programa radial… dos personas hablando en la radio es una cosa fascinante. Te apuesto a que hay alguna universidad por acá, todas tienen estaciones radiales. Ahora sé que no me gusta ir a ningún lado, así que si hubiera algún lugar por acá cerca, a veinte minutos en auto…

No me gustan los zoológicos. Horrible.

Dicen que la sonrisa humana es una de esas cosas primordiales; que consiste, de hecho, en mostrar los dientes, que es una advertencia. Que cuando sonreímos, de algún modo primitivo tiene que ver con el miedo.

Hay algo peligroso en lo que es gracioso. Algo que es discordante y desconcertante. Hay una conexión entre gracioso y temible.

Me gusta eso del gato yéndose, y también lo de la sonrisa. Quería compartir el texto este. Pero más lo del gato yéndose.

Respecto al chanta que escribe este blog me viene prometiendo hace semanas un par de textos, pero se está haciendo el gil. Voy a ver si lo pongo a laburar.

Chapeau et bona nit a tuton!